“El emprendimiento ya es una tendencia a nivel global y en Chile se viene fuerte”, asegura Mary Montesinos, presidenta y fundadora de una de las agrupaciones que más emprendedoras reúne a nivel nacional. En noviembre del año pasado, lo que comenzó como un foro de amigas en Facebook pasó a constituirse oficialmente como ONG, y en menos de doce meses ya han alcanzado las 8.500 suscriptoras. Pero van por más. “Queremos hacer que un millón de mujeres en Chile emprendan”, declara.
En la terraza de un café, Mary Montesinos recorre el largo camino que la llevó a convocar a miles de emprendedoras. Su pequeña estatura contrasta con su voz potente y de acento venezolano marcado. Lo primero que destaca, es que lleva el emprendimiento en la sangre.
¿Cómo nace tu pasión por el emprendimiento?
El emprendimiento ha estado desde siempre presente en mi vida. De hecho, soy la tercera generación emprendedora de mi familia. Mi abuelo fundó una ciudad llamada Bejuma en Venezuela, y era el dueño del supermercado más grande que había. Pero cuando empezaron a llegar las nuevas tecnologías, contrató un administrador que lo dejó en banca rota. Ese acontecimiento marcó la vida de mi madre. Ella me transmitió el miedo a perderlo todo, por no estar abierto a la innovación y la tecnología. Ese temor la mantuvo siempre a la vanguardia, y a nosotros también.
¿Cuál fue tu primer emprendimiento?
Recuerdo que fue a los 14 años. Había trabajado antes haciendo clases de natación a los niños en verano, y me quedó gustando el hecho de tener dinero para comprarme mis cosas. Así es que aproveché que mi madre era muy conocida y querida en la universidad donde trabajaba para promocionar catálogos d Avon, ropa interior, jeans y todo lo que encontraba diciendo que era hija de “Ana Riveros”. Por un tema de compromiso la gente me compraba (sonríe).
Fue a partir de esa experiencia, que Mary aprendió una lección: “No necesariamente tienes que tener una carrera profesional para ganar dinero. Puedes sencillamente ser muy profesional en lo que te gusta, y eso mi madre nunca me lo pudo refutar”, afirma. Con un poco más de veinte años y dos hijos se vino a Chile con su marido. Aquí estudió Administración de sistemas logísticos, y recuerda que la experiencia de ser una de las dos mujeres cursando esa carrera la impactó mucho.
¿Fue muy distinto a lo que vivías en Venezuela?
Sí. En Venezuela nunca había sentido que mi género era un obstáculo para algo. En carreras de ingeniería como la que estudié allá, había la misma cantidad de hombres y mujeres en la sala. Pero acá me pasó que estaba estudiando y de partida eran 20 hombres y dos mujeres. Y para mí era como ¿qué pasa? ¿Por qué dos mujeres y nada más? Y como que te miran como si fueras más masculina porque te gustan cosas de ese tipo, y era como extraño.
Y en relación al desarrollo de la actividad emprendedora, ¿sentiste que había espacio para ti?
Fue difícil. En Chile hay un tema pendiente de igualdad en todos los sentidos. Y en cuanto al emprendimiento, sentí que la mujer chilena no estaba empoderada para emprender. El año 2012 postulé a un programa llamado Founding Institute, y éramos cuatro mujeres y 30 hombres. Y me acuerdo que un mentor me decía “pero es que a ti te va a costar porque eres mujer”, y yo pensaba: “si este señor supiera todo lo que yo he hecho”. Yo pertenezco al Partido Popular de Venezuela, y el año anterior habíamos lanzado el sistema de voto online desde distintas partes del mundo. Entonces de repente me daba la cosquilla de decirle “¿sabes qué? no tienes idea de todo lo que yo he hecho, no soy una ama de casa que de un día para otro se levantó y se le ocurrió tomar un curso de emprendimiento”.
¿Cómo nació “Emprendedoras de Chile”?
En 2011 yo sentía que tenía que hacer algo que produjera un cambio global y de alto impacto en Chile. Le propuse a unas amigas crear un grupo en Facebook que se llamara “Mujeres emprendedoras de Chile”, con el fin de que, si alguna mujer quería iniciar un negocio o un emprendimiento, entre todas nos fuéramos guiando. Era como un foro. Partimos 11. Luego 100. Y para el año 2012 ya eran como 360, y en 2013 1.400 emprendedoras.
Mary pensó “aquí hay algo grande”. Al año siguiente fundó con su socia la ONG Emprendedoras de Chile, y desde ese día han desarrollado un sistema que ha capacitado a más de 1.000 emprendedoras a lo largo del país.
Hace ya casi años que te dedicas a impulsar el emprendimiento en las mujeres. ¿Cuáles son las ventajas con que hoy cuentan aquellas que deciden jugárselas por realizar un proyecto propio?
La ventaja que hoy tienen las emprendedoras es que el tema está en boga, por lo que han surgido muchos programas para capacitar y fomentar el emprendimiento femenino. Esto es una tendencia global y se viene fuerte. Entonces, las mujeres que se suban ahora a esa ola, van a agarrar la mejor ola sin duda, porque ya después van a venir las otras y esto ya va a estar más masificado. Hoy es el momento porque vienen muchos incentivos, tanto del estado como de las empresas privadas, para sacar adelante las buenas ideas.
¿Y las desventajas?
Las principales desventajas son que, en primer lugar, la mayoría de las mujeres maneja un lenguaje muy simple y poco técnico. La segunda, es que tienen metido el chip de la falta de dinero para llevar adelante sus proyectos. Cuando le preguntamos a nuestras emprendedoras qué harían con una inyección de 3 millones, la mayoría responde que no sabe qué hacer con los fondos. Antes de buscar inversiones tienes que validar tu idea y de ahí parte pensar qué sistema de financiamiento es mejor para ella.
¿Cuáles son los desafíos que tienen para el futuro?
Queremos hacer que un millón de mujeres en Chile emprendan, ya sea porque quieren arreglar un jardín con frutos para el propio consumo o una empresa de alto impacto social Esto no es un negocio, es un emprendimiento para causar impacto y nivelar la cancha. Lo mío no es que la mujer tiene que ser poderosa, sino que todos tenemos que ser iguales, así de sencillo.